A todos nos encanta torrarnos al sol, pero siempre deberíamos hacerlo con precaución, ya que mientras lo estamos tomando se produce un fenómeno irreversible: el fotoenvejecimiento.
¿Qué es el fotoenvejecimiento?
El fotoenvejecimiento es la aceleración del proceso natural de envejecimiento de la piel debido a una exposición prolongada y constante a la radiación del sol sin la protección adecuada.
Los primeros signos del fotoenvejecimiento se presentan en el contorno de los ojos. Estos al tener una piel muy fina, son los más susceptibles al envejecimiento prematuro.
¿Cómo ocurre el bronceado?
Cuando los rayos UVR golpean la piel, los melanocitos luchan por producir melanina para depositarla en la epidermis. Este es el proceso que le da un bronceado, que es en realidad, una reacción de defensa contra la radiación para que no penetre en la piel.
Aunque, a corto plazo, nos veamos guapos morenos, a largo plazo provoca la aparición de arrugas, manchas, flacidez e incluso afecciones más graves, como queratosis actínicas o cáncer de piel.
Rayos del sol
El sol irradia rayos UVR, los cuales están compuestos de UVB y UVA.
Los rayos UVB son más cortos que los rayos UVA y son el principal causante de las quemaduras solares.
Los rayos UVA son responsables de gran parte de los daños que asociamos con el fotoenvejecimiento. Penetran profundamente en la dermis, donde se producen los daños a las fibras de colágeno induciendo la producción de unas enzimas llamadas metaloproteinasas. Estas enzimas alteradas provocan que la piel se reconstruya incorrectamente. Si este proceso se repite a diario causará que nuestra piel pierda su turgencia y se vea flácida y con arrugas, puesto que el colágeno es el principal sostén de esta.
De ahí la importancia del uso de las cremas solares. Nos seguiremos bronceando, aunque menos, por mucho que digan lo contrario, pero nuestra piel lo agradecerá. ¡Y dentro de unos años nosotros también!