En este blog hablaremos sobre la piel del bebé y los cuidados que se deben seguir. En el recién nacido hay muchos aspectos de su organismo que terminan de formarse definitivamente en los meses e incluso años siguientes al alumbramiento. La piel del neonato, por ejemplo, no es ese increíble escudo protector que a veces imaginamos cuando hablamos de la piel adulta.
En realidad, y aunque la piel de los bebés tiene la misma estructura y el mismo número de capas que la de los adultos, lo cierto es que cada una de estas capas es mucho más fina y permeable que en personas de más edad, lo que la hace mucho más vulnerable ante cualquier roce o fricción, y también más susceptible de deshidratación, ya que pierde agua con facilidad.
Cuidados de la piel del recién nacido
Para contribuir a confeccionar el manto protector del que hablábamos y favorecer una maduración idónea de la piel de nuestro bebé tendremos que prestar especial atención a unos pocos aspectos relacionados fundamentalmente con la higiene, el baño, la hidratación y la protección solar.
Productos para la piel
En cuanto a los productos a utilizar, invierte en productos de calidad. Lee el etiquetado y no te conformes con frases del tipo “pH neutro” o “ingredientes naturales”, porque no garantizan nada en caso de que el destinatario sea un recién nacido. Respeta la fecha de caducidad. Ojo con la concentración de ciertos conservantes, los perfumes y otros ingredientes muy habituales en la composición de productos para adultos. Por ejemplo el propilenglicol, la metilisotiazolinona, el lauril sulfato de sodio (SLS), el lauret sulfato de sodio (SLES) y el lauret sulfato de amonio pueden ser irritantes para los bebés. Memorizar estos nombres químicos no es sencillo, máxime cuando están en prácticamente todos los productos cosméticos de uso común. ¿Una regla fácil de recordar? Usa productos para pieles atópicas, aunque el pequeño no haya sido diagnosticado como tal.
Fotoprotección
Los bebés menores de 6 meses no deben exponerse al sol jamás. A partir de esa edad, las exposiciones deben ser muy controladas, durante poco tiempo, evitando siempre las horas centrales del día y usando preferentemente barreras fotoprotectoras físicas, es decir, ropa, gorras, gafas… complementadas con cremas con un índice de protección solar muy elevado; mínimo 50.
Higiene del bebé
Últimamente ha calado que nos duchamos demasiado y que eso está destruyendo la barrera cutánea que nos protege de agresiones externas. Lo cierto es que este mensaje lleva algo de razón, aunque más que con la frecuencia de la ducha, el prejuicio para la piel tiene que ver con cómo y con qué nos lavamos. La temperatura del agua debe rondar los 37,5 grados. La duración del baño no debe superar los 5-6 minutos. No es recomendable usar esponjas ni jabones agresivos. Secaremos al bebé con una toalla tibia, mullida y suave de algodón, dando pequeños toques sin restregar o frotar y poniendo especial cuidado en secar bien los pliegues cutáneos, ya que la humedad favorece la maceración, la aparición de pequeñas heridas y grietas, así como las infecciones por hongos.
Hidratación
Buena parte de las afecciones dermatológicas más comunes de los bebés se evitan o resuelven con una buena hidratación. Los productos hidratantes del bebé deben ser muy emolientes, pero no demasiado grasos, ya que estos son muy oclusivos y pueden favorecer la aparición de infecciones cutáneas o la sudamina. Los aceites vegetales son una buena opción.